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  • Aluna Acompañamiento Psicosocial, A.C.

Estoy desplazada ¿verdad?: testimonio de Patricia Mayorga

Por Patricia Mayorga / Raíchali



La fuerza del exilio


Vivir el desplazamiento forzado me obligó a escuchar a través de mi cuerpo porque durante años, muchos de nosotros los periodistas, no lo escuchamos. La cobertura de víctimas, de corrupción, del horror, nos aleja de nosotros mismos. El desplazamiento me colocó frente a mí misma, para significarse mi propio refugio cuando surge la angustia, la tristeza, la incertidumbre, la desesperación, para tener paz y fuerza.


Ahora no hay prisa; se trata sólo de avanzar, desafiar las pesadillas propias y de quienes vieron su vida trastocada con mi situación. Se trata de derrotar la ansiedad y abrazar el desborde de emociones agradables y desagradables, que se colocan enfrente como una gran montaña de nieve.


Con pesadillas y en momentos con angustia que no entendía, mi cuerpo gritaba el miedo que por años ignoré, como cientos de colegas en los estados, donde nos acostumbramos al horror. Normalizamos que importan los otros, nosotros no.


Con apoyo profesional aprendí a reconocer el miedo; sé ahora cómo se siente, cómo huele y cómo cala. También aprendí a verlo de frente, a entenderlo, a abrazarlo y avanzar, a usarlo como un sensor para retirarme cuando el fuego amenaza con quemar.


Ahora es más fácil entender la culpa, escuchar e identificar el coraje, la ira, la impotencia, la angustia, para avanzar con más fuerza.


Reconstrucción del hogar


Mi ausencia física de Chihuahua fue otro reto. La gente, mis amigos, mi familia, siguieron su vida sin mi presencia y cambió la situación, están y estuvieron de manera distinta. Es un proceso que duele profundamente entender, pero da otra perspectiva y te enfoca.


Da la fuerza necesaria para continuar haciendo periodismo porque seguimos vivos, aunque pareciera que para las autoridades no. Pasaron los días, pasaron tres años y ninguna autoridad me informó sobre la situación del estado o las condiciones de riesgo para mi o para mi familia. Entendí que no dependería de ellas la decisión de retornar o permanecer en el extranjero. Su responsabilidad terminó el día que me subieron al avión para “tranquilizarlos”.


En el desplazamiento forzado y en el exilio, se aprende a construir otros espacios y otras amistades para recurrir de manera segura, para continuar con fortaleza.


El impacto emocional no inicia con el desplazamiento. El gremio vive una serie de violencias en cada estado, en cada rincón del interior de México, donde no se ha dejado de documentar el horror y las historias de esta época violenta que hemos decidido cubrir con las herramientas que hemos tenido a la mano.


Hemos nutrido a otros medios del país y del extranjero de la información de nuestros estados, hemos compartido fuentes y contextos para que trascienda la realidad, la verdad.


El periodismo, en la mayoría de los medios locales, vive diferentes tipos de violencia; desde la censura parcial o total por la publicidad oficial, hasta los grupos delictivos que se regodean con la impunidad que les regalan las autoridades. La frustración ha sido la constante durante mucho tiempo. Es necesario creer en nosotras y nosotros mismos, sin necesidad de que hechos extraordinarios cambien nuestra vida.


El retorno


En mayo de 2020, la pandemia permitió acelerar mi retorno a Chihuahua de manera intermitente. 


Luego de aceptar una beca otorgada por la organización La Taula per Méxic y el Ayuntamiento de Barcelona por seis meses, decidí regresar a México y aunque los planes eran permanecer en otra entidad, la pandemia me permitió retornar a Chihuahua, aunque con constantes salidas a otros estados.


Decidí no dar aviso a las autoridades de mi retorno, principalmente porque desconfío de los procesos de seguridad. He estado cerca de compañeros periodistas en desplazamiento que han vivido situaciones difíciles con los diferentes caminos de protección, principalmente el federal, que les ha querido obligar a retornar sin condiciones para que esto ocurra.


Para Carlos Beristain el retorno es un nuevo desplazamiento y para la organización Aluna Acompañamiento Psicosocial significa que regresas a un “No lugar”. Y es que el lugar que antes ocupabas en tu tierra, en tu entorno, ya no existe porque cambiaron las circunstancias y la persona que retorna también cambia, aunque se espera de ella lo mismo que antes fue. Enfrentar esa realidad, es difícil. Es difícil volver a tomar la propia voz en el entorno al que se regresa y en medio de la incertidumbre de seguridad, aunque se cuente con más herramientas.


“El retorno es un nuevo desplazamiento, no es volver a la situación previa, a lo que se estaba. Y depende de cuáles son las condiciones de seguridad obviamente para volver, porque a veces la gente vuelve a su territorio y la problemática sigue existiendo, en la que la pelea de los grupos armados se sigue dando, en las que las amenazas se siguen dando». 


“Tiene que haber condiciones para que ese retorno sea digno y en condiciones de seguridad para las víctimas (…) El retorno es un nuevo desplazamiento, hay que prepararlo, hay que protegerlo, hay que poner las condiciones para que eso se dé en términos de cómo se reintegra esa población a un lugar donde vivía y donde probablemente parte de los problemas que lo expulsaron se siga manteniendo”, explica Carlos Beristain.


Con herramientas aprendidas con el equipo de IDL-Reporteros y con Aluna Acompañamiento Psicosocial, quien me dio apoyo los tres años de exilio y en mi retorno, aprendí que no sólo hay que entrenar física y periodísticamente, también hay que reconocer y entrenar las emociones, validarlas y politizarlas en contextos de violencia.



Fragmento del testimonio publicado en Raíchali

Ver texto original: Estoy desplazada ¿verdad?


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