Aún no podemos medir los impactos psicosociales del régimen de terror en Nicaragua

En entrevista en el programa Maíz y Mate, que aborda temas del mundo y Latinoamérica, Clemencia Correa, directora de la Aluna Acompañamiento Psicosocial, señaló:

"No alcanzamos todavía a medir los impactos psicosociales que hay en este momento en Nicaragua".

Y llamó la atención sobre la gravedad de la situación del desempleo, de la comunidad universitaria tras el arbitrario cierre de la Universidad Centroamericana (UCA) y de las personas que han sido víctimas de tortura y destierro. Todo ello en el marco de un "régimen de terror".

Frente a ello, alarma el silencio:

"No está en el debate. Pareciera que no pasa nada. Cuando cierran la UCA hay un silencio; sí hay comunicados de las universidades jesuitas, pero hasta ahí. No hemos visto que sea un debate de los medios, que se esté difundiendo, que hagamos preguntas: ¿Qué está pasando con las personas exiliadas? ¿Qué está pasando con esa sociedad nicaragüense que todavía está resistiendo en Nicaragua".

En consecuencia, Correa llamó a mostrar solidaridad con el pueblo nicaragüense:

"Tal vez nuestro alcance lo estamos demandando como una necesidad humanitaria, como una necesidad ética frente a lo que está sucediendo. Tal vez no llegue al régimen Ortega-Murillo. Pero lo que sí queremos es que estas voces que estamos poniendo puedan llegar al pueblo nicaragüense de diferentes maneras. Porque este cobijo, frente a este silenciamiento que va rodeando y rodeando, es una forma de complicidad.

"La pregunta es, cuando está sucediendo este horror, crímenes de lesa humanidad, como está sucediendo en Nicaragua, entonces qué hacemos desde los diferentes enfoques y posturas, y cómo quedarnos callados ante el horror de un régimen que está acabando con la historia de un pueblo".

El 14 de septiembre pasado se hizo público el pronunciamiento "Latinoamérica respalda a la Universidad Centroamericana de Nicaragua", en el que el Espacio Psicosocial Latinoamericano, del que es parte Aluna, repudió el cierre de la UCA, por ser un acto de extrema intolerancia y violencia contra la Compañía de Jesús y la comunidad universitaria, y demandó al régimen Ortega-Murillo devolver la Universidad y cesar la represión contra el pueblo.